El oído es uno de los sentidos más importantes del ser humano. De él depende tanto la comunicación como la posibilidad de mantener relaciones interpersonales, por lo que su desarrollo y protección desde la infancia es clave para garantizar que los niños obtengan un crecimiento adecuado.
Desde el momento de su nacimiento los adultos de su entorno deben velar por su seguridad, y la protección de la salud auditiva es uno de los factores más importantes, ya que de ella depende su atención, comprensión y aprendizaje. Sin embargo, aunque estimulemos a los pequeños de la casa, es fundamental estar atentos por si han nacido con algún problema o patología que dificulte su audición o por si lo desarrollan durante los primeros meses o años de vida. Por este motivo, el equipo de audiólogos de Oticon recomienda tener en cuenta una serie de consejos para una detección precoz de este tipo de problemas.
• Los niños de entre 8 y 12 meses deberían mover la cabeza cuando escuchen ruidos, además de balbucear, por lo que desde su nacimiento es importante llamar su atención con sonidos suaves, pronunciando su nombre o con melodías infantiles.
• Según pasan los meses, el bebé ha de ser capaz de localizar la fuente del sonido, es decir, dirigir la cabeza hacia el lugar desde el que procede el estímulo que está recibiendo.
• A partir de los 2 o 3 años, el pequeño debe entender y aceptar las órdenes de los adultos, es decir, su capacidad auditiva y comprensiva deben estar ya desarrolladas.
• Si vemos que existe una falta de respuesta podemos hacer una prueba casera, colocarnos detrás del niño y hacer sonidos, alejándonos de él poco a poco. Lo importante en este caso es detectar si en algún momento el niño deja de oír. En este caso hemos de tener en cuenta que el niño puede dejar de responder cuando se repite varias veces el mismo estímulo.
• El uso del ¿qué? Puede ser también un indicativo de que existe algún problema auditivo. En ocasiones los niños lo usan como coletilla, pero otras veces es una señal de un problema real en el que ellos mismos detectan que no escuchan con normalidad y piden que les repitan la información. En este caso, otro síntoma de que puede existir algún problema es si observamos que aumenta su dificultad para responder cuando no puede vernos la boca o hay un cierto nivel de ruido de fondo.
• En el caso de niños más mayores, a partir de los 5 o 6 años, otro de los síntomas de una pérdida auditiva es una menor concentración y rendimiento escolar. Puede ocurrir que, al no escuchar bien, dejen de prestar atención en clase y pierdan interés en los estudios, provocando además, posibles problemas en el desarrollo del lenguaje.
Estos consejos ayudarán a observar posibles problemas en los pequeños, sin embargo nunca deben suplir al médico. En el momento en el que se detecte alguna pequeña anomalía lo más recomendable es acudir al pediatra, ya que él podrá realizarle pruebas más acordes a su edad y necesidades.