Cuando las vacaciones llegan a su fin, la mayoría de personas regresan con normalidad a sus puestos de trabajo. Un entorno laboral favorable, con actividades que resulten gratificantes y con solidez en las relaciones sociales, resulta crucial para una “reentré” saludable. Sin embargo, algunas personas pueden pasar por un proceso adaptativo a la vida laboral más dificultoso, conocido popularmente como síndrome post-vacacional.
¿Qué es el síndrome post-vacacional?
El síndrome post-vacacional, no tipificado como enfermedad, es un síndrome transitorio, con una duración estimada de 15 días, con una sintomatología y estado de ánimos concretos. Este síndrome es relativamente reciente, lo cual nos hace reflexionar sobre su intrínseca relación con el estilo de vida actual: ritmos frenéticos, no parar ni un segundo, enlazar una actividad con otra sin reparar en nosotros y nuestras necesidades.
A nivel físico, los síntomas se pueden manifestar en forma de fatiga, cansancio, sueño, falta de apetito y dificultad para la concentración. A nivel psicológico, se apreciaría una conducta de falta de motivación e interés, irritación y
nerviosismo, así como de tristeza, por lo que los síntomas se pueden llegar a confundir con síntomas depresivos, pero la diferencia fundamental radica, insistimos, en el factor desencadenante de los mismos (la vuelta al trabajo y a la rutina tras el período vacacional), así como la durabilidad de éstos en el tiempo (no superior a 15 días aproximadamente, que es el tiempo estimado de adaptación a nuestras actividades).
Si dicha sintomatología y pensamientos negativos se alargaran más en el tiempo, sería conveniente visitar a un profesional de la salud, para descartar algún otro posible trastorno subyacente (depresión, ansiedad, etc.). Por ello, en el Institut Dra. Natalia Ribé disponen de un servicio de psicología para el bienestar de sus pacientes, con Irene Giménez, Psicóloga del Institut.
¿Cómo afrontar el síndrome post-vacacional?
Para afrontar el síndrome post-vacacional y minimizar su sintomatología tanto física comopsíquica podemos seguir estas pautas:
• Dosificar la gestión de las tareas pendientes a nuestro regreso
Cuando nos reincorporamos al trabajo, no es extraño encontrarnos con miles de correos en la bandeja de entrada y mucho papeleo para gestionar, querer responder a todo puede llegar a angustiarnos. Por ello, lo ideal es marcarse pequeñas metas e intentar ir solucionando el trabajo paso a paso, con calma. Es bueno recordar que no somos los únicos que regresamos de vacaciones, el resto también necesitará estos 15 de transición para ir adaptándose.
• Intentar que la vuelta a la rutina no sea radical
Para conseguir que la vuelta a la rutina no sea tan radical es de gran ayuda que al salir del trabajo hagamos alguna actividad parecida a la que hacíamos en vacaciones: tomar algo en una terraza, ir un ratito a la playa, aprovechar para dedicarse tiempo, por ejemplo, con un tratamiento de belleza… Cualquier cosa que nos permita desconectar y nos ayude a regresar a nuestro día a día, paulatinamente.
• Realizar deporte
Realizar deporte moderado siempre es una buena opción, ya que hace que liberemos endorfinas y, por tanto, nos sintamos mejor. De ese modo, nuestra sensación de tristeza por el fin de nuestras vacaciones será menor.
• Organizar nuestras vacaciones
Hay algunos trucos y pequeños cambios a la hora de organizar nuestras vacaciones que pueden ayudarnos a hacer la vuelta más fácil: volver a trabajar entre semana en lugar de un lunes para acortar nuestra primera semana, segmentar nuestras vacaciones para no realizarlas de forma seguida, etc.
En cualquier caso, lo fundamental es no exigirse más de lo debido y entender que todos necesitamos adaptarnos de nuevo a la rutina. Y, sobre todo, si ese periodo de adaptación se perpetúa en el tiempo, deberemos acudir a un profesional para descartar que no nos encontremos frente a algún verdadero trastorno (estrés crónico, ansiedad generalizada…) que precise ser tratado.