El sur este del país africano esconde muchas curiosidades que llevan al viajero más intrépido por montañas y desiertos, descubriendo una región totalmente diferente.
Naturaleza salvaje. Así se podría definir este viaje tierra adentro, alejado del mar, allí donde se despliegan magníficos paisajes. Es un Marruecos diferente, entre las alturas del Atlas Medio y la inmensidad del Sáhara. Una ruta para los más aventureros, los que buscan la emoción y a la vez desean recrearse en el propio silencio que produce la única compañía del cosmos. Las ciudades de Midelt, Errachidía y de Merzouga abren las puertas al este de Marruecos.
La naturaleza deslumbrante está al sur de Marruecos. Los viajeros más aventureros encontrarán su lugar entre las montañas del Atlas Medio y la profundidad del propio Sáhara, en una ruta única e inolvidable entre las cumbres y la árida arena.
Midelt y Errachidía son ciudades de montaña con los relieves del Atlas Medio dibujando auténticos cuadros de la naturaleza, dando una sensación de calma y serenidad. Los cedros y abetos coronan estas alturas y acentúan la impresión de tranquilidad del lugar, mientras que en el valle crecen robles, datileras y olivos. Un gran número de excursiones permiten descubrir estos magníficos paisajes. Es, desde estos dos rincones marroquíes, desde donde iban y venían las caravanas cargadas de mercancías a Tombuctú.
El desierto incipiente de los alrededores de Midelt y de Errachidía se encuentra realmente a las puertas de Merzouga. La aldea se pierde entre la arena. En sus alrededores se alzan las dunas más altas de Marruecos y puede contemplarse el más hermoso amanecer del mundo. Allí se extiende un palmeral y fluyen aguas agitadas por el vuelo de los pájaros. Se trata del lago Dayet Srij y su población de aves migratorias: zancudas, tórtolas, lavanderas y cigüeñas. Escapadas puntuales o excursiones organizadas de varios días en mitad de esta inmensidad, brindan la oportunidad de conocer estos tesoros y de descubrir todas las riquezas que posee el desierto, arena bañada por sol y silencio. Un mundo de dunas, palmerales, pistas y rutas de senderismo, en la misma puerta del Sáhara.