Kilómetros de Pizza ha presentado una nueva receta: Appennino, en honor al productor de trufa blanca más importante de Italia, Appennino Food. Y es que la principal característica de esta pizza es que se elabora con auténtica trufa blanca fresca importada de Italia, pesada en la mesa y cortada al momento.
Para este lanzamiento, Kilómetros de Pizza ha contado con una presencia muy especial, la de Macchia, la mejor perra trufera de Italia, que por primera vez ha salido de su región y ha viajado hasta España. Macchia viene acompañada del cofundador de Appennino Food, Luigi Dattilo, que ostenta el récord Guinness por la trufa blanca más grande y Adriano Bartolini, su dueño. Macchia, perteneciente a la raza Lagotto Romagnolo, ha demostrado ser un olfato imbatible a lo largo de sus nueve años de vida.
La receta, avalada por el chef ejecutivo de Kilómetros de Pizza, Jesús Marquina, cinco veces campeón del mundo en elaboración de pizza, está elaborada con una base de parmentier de patata gallega con mantequilla clarificada de trufa, mozarella manchega, crema de huevo frito, claras a punto de nieve y yema de huevo de corral. Por supuesto, el toque final se lo aporta la trufa blanca fresca laminada al momento.
Solo disponible en noviembre
La exclusividad de esta materia prima hace que solo se pueda disfrutar durante noviembre, mes por excelencia de la trufa blanca y únicamente en el local de Kilómetros de Pizza de la calle Zurbano, 26.
La trufa blanca, una delicatessen
Existen varios tipos de trufa. La más común es la trufa negra, que se cosecha entre los meses de marzo y noviembre y la trufa blanca, la más apreciada. Se recoge principalmente entre octubre y noviembre y alcanza precios altísimos en el mercado, hasta 5 veces más que una trufa negra. Según mercado, y dependiendo de la temporada, la trufa blanca italiana se cotiza entre los 2.000 € y los 7.500 € el kilo. A fecha 31 de octubre de 2019 el precio de la trufa blanca calidad extra es de 4.500 € kilo.
Los chefs la prefieren porque es más aromática y su sabor es más intenso que el de la trufa negra. A diferencia de esta última, no se puede cocinar, por lo que solo se puede servir rallada o laminada sobre los platos. La trufa blanca no puede ser cultivada, sino que crece espontáneamente en muy pocos lugares, la mayor parte en Italia.