Mientras los países que tienen a mujeres al timón, como la canciller alemana Angela Merkel y las primeras ministras Mette Frederiksen y Sanna Marin de Dinamarca y Finlandia, respectivamente, son alabados en todo el mundo por su éxito en la gestión de la crisis de la COVID-19 y cuando según la OCDE las mujeres representan cerca del 70 % de la mano de obra sanitaria al frente de la pandemia que nos asola, las niñas siguen escuchando a sus compañeros de clase decirles “¡a fregar!” ¿Qué estamos haciendo mal?
Nací en 1975. Ese mismo año, la ONU declaraba el 8M Día Internacional de la Mujer. Crecí entre micromachismos domésticos y también con micromachismos en el ámbito de lo público, pero en los últimos años he hecho gala repetidas veces de cuántas cosas he conseguido como mujer sin trabas por parte de los hombres. He entendido siempre que los ejemplos sirven y he querido proyectar una imagen de cierta normalización de la igualdad, pero para muchas mujeres que han visto cómo hombres llenos de inseguridades y miedos aniquilaban sus carreras y hasta sus vidas, la igualdad real es ciencia ficción. Sigo creyendo que he sido privilegiada por los hombres que he encontrado como compañeros en mi vida universitaria primero y profesional después, y a los machistas que me he encontrado les he apartado rápido de mi vida, pero en pleno 2021 tengo que escuchar a mi hija cómo sus compañeros adolescentes de 13-14 años, medio en serio, medio en broma… resuelven recurrentemente las disputas en clase enviando a las chicas “¡a fregar!” Esto me demuestra que aún nos quedan décadas de lucha por la igualdad efectiva en España si estos chicos que apenas han comenzado a dar sus pasos en la vida, usan expresiones “aprendidas” de sus mayores. No es espontáneo ni creo que vean en las redes sociales que un influencer o youtuber envíe a fregar a las mujeres. Repiten a sus compañeras lo que escuchan muy posiblemente en su ámbito familiar o en los campos de fútbol cuando arbitra una mujer. Nos preocupa mucho el acceso que tienen nuestros hijos a contenidos digitales inapropiados, pero en la vida analógica, la de toda la vida… aún se perpetúa un modelo machista donde la mujer no es vista en términos de igualdad. Y entonces, algo estamos haciendo mal.
En consecuencia, las mujeres tenemos que hacer posible que el 8M sea cada día y, si no puede ser cada día, al menos una vez al año tenemos que alzar la voz y exigir a la sociedad que ni por acción ni por omisión se admitan expresiones o comportamientos que sitúen a la mujer en un plano de inferioridad, estereotipos trasnochados o agravios de género. Debemos promover cada día la igualdad efectiva en la educación de nuestros hijos, empoderar a nuestras hijas para que no permitan que nadie les diga cuál es su lugar en el mundo y crear las condiciones de máxima igualdad en nuestros entornos laborales y sociales. Este camino no es un camino de las mujeres. Este es un itinerario que solo llegará a buen término si es compartido por los hombres y por eso, hoy y todos los días, el 8M debe ser una reivindicación global, sin género, pero teniendo muy en cuenta la paridad que se pretende porque aún tenemos un camino largo por recorrer.
Isabel López,
Directora General de Santa Teresa Gourmet