La fresa es un tipo de alimento que contiene una gran cantidad de nutrientes necesarios para el organismo, y a su vez aporta beneficios extras para la salud. Comer fresas comporta un extra de vitaminas C y E en grandes cantidades y vitaminas A, D, E y K y folato en menor medida. ¿Conoces todos los beneficios que te puede proporcionar un buen puñado de fresas? Las descubrimos de la mano de la Unidad de Nutrición de Clínica Menorca.
Es una de las frutas menos calóricas que podemos encontrar en el mercado. 100 g de fresas solo aportan 30-35 calorías. Son un buen aliado para las dietas de pérdida de peso. El consumo habitual suele ser una taza al día con 150 o 200 g. Además, la antocianina, la encargada de la pigmentación que produce el color rojo de las fresas, estimulan la quema de grasa almacenada. Los azúcares que contienen son totalmente tolerados por los diabéticos.
Tiene efecto saciante
Por su contenido en fibra, tanto soluble como insoluble, 3 g por ración, y porque están compuestas principalmente por agua. Son un buen recurso para los picos de hambre entre comidas.
Son fuente de antioxidantes
La fresa contiene una gran cantidad de vitamina C, E y betacarotenos, los tres antioxidantes por excelencia. Además contiene fenoles, un compuesto químico. La antocianina es un tipo de fenol muy abundante en las fresas y que le proporciona su característico color. Es conocido también por sus poderosas cualidades como antioxidante natural que mantiene la salud de las células.
Actúan como un antiinflamatorio
Los fenoles ayudan también a luchar contra los procesos inflamatorios del organismo inhibiendo la producción de la enzima ciclooxigenasa, del mismo modo que lo hacen compuestos como la aspirina o el ibuprofeno. Es también rica en ácidos, principalmente el salicílico (por eso es conocida como la aspirina natural). Su aporte en grandes cantidades de salicilatos, derivados del ácido salicílico, ayudan a controlar la inflamación. Además contienen manganeso, un mineral que actúa como un potente antioxidante y antiinflamatorio natural. Existen investigaciones que demuestran que un elevado consumo de fresas desarrolla proteína C reactiva (CRP), un potente antiinflamatorio producido por el hígado. Por lo tanto, resultan un buen medicamento natural para enfermedades como la artritis y la gota. La fresa contiene aproximadamente 30 componentes antiinflamatorios. Debido a ello alivia las inflamaciones del intestino, limpia y purifica el aparato digestivo.
Mantienen altas las defensas (aporte de vitamina C)
Su alto contenido en vitamina C las convierte en un poderoso antioxidante que potencia el sistema inmunitario. Tienen una gran capacidad bactericida y previenen las infecciones. También está vitamina interviene en la formación de colágeno y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.
Ayudan a una correcta salud ósea (vitamina K)
Las fresas tienen un alto contenido en magnesio, potasio y vitamina K, que ayudan a potenciar la salud de los huesos.
Favorecen la evacuación (como el kiwi, por sus pequeñas pipas)
En parte por su contenido en fibra. Las fibras dietéticas son importantes para alimentar a las bacterias buenas del intestino y para mejorar la salud digestiva. También son diuréticas, favoreciendo la reducción de ácido úrico.
¿Cuándo y cómo hay que tomarlas?
Lo importante es que formen parte de una dieta sana y equilibrada, dentro de las cinco raciones diarias de frutas y verduras. Deben consumirse siempre frescas y maduras, el color intenso se asocia a la madurez y a su vez con un sabor más dulce. Por sus propiedades depurativas, se recomienda su consumo por las mañanas, sobre todo en ayunas y sin comer ningún otro alimento, de esta forma limpiarán la sangre e intestinos profundamente. Así sacaremos todo su potencial, comiéndolas solas y con el estómago vacío, debido a que se digieren en aproximadamente 30 minutos, y lo ideal es esperar a que reposen y se digieran bien para luego tomar otro alimento. Las frutas ácidas o cítricas sólo lo son antes de consumirse; una vez que se comen, en el cuerpo se vuelven alcalinas (sin acidez).
Son deliciosas al natural, pero también pueden unirse a otras frutas, yogurt, leche. Aunque la mejor hora para consumirlas es por las mañanas, en ayunas, también pueden ser un tentempié a media mañana o merienda. No es necesario añadir azúcar.
Ten en cuenta que se mantiene fresca muy poco tiempo, por lo que debe comerse lo antes posible tras la compra. Se trata, además, de un producto con una susceptibilidad al hongo patógeno, el moho gris que aparece en la superficie. Cuando esto ocurre, las fresas afectadas deben descartarse. No basta con cortar solo la parte dañada, pues cuando el moho es visible significa que el interior puede estar ya muy afectado.
¿Con qué alimentos funcionan bien y con cuáles no son compatibles?
Aunque es mejor tomarlas solas como hemos dicho, al no ser una fruta en exceso dulce se complementa con los quesos frescos, en ensaladas, con pollo y pescado, aporta unas notas de acidez muy interesantes para incorporar a ciertos platos salados. Una posibilidad es utilizarlas como ingrediente en una brocheta de pollo o en una terrina de pescado con verduras asadas. También marida bien con anchoas, queso brie y endibias.
Al ser una fruta ácida se lleva bien con la guayaba, el limón, las moras, la frambuesa, los arándanos, la piña, el pomelo, la mandarina, la ciruela, el kiwi, el níspero, las uvas verdes, las bayas de goji. Y menos bien con el plátano, el higo, las pasas, la sandía, el mango, la manzana, la papaya, la pera, las uvas rojas.
¿Sus salicilatos pueden provocar urticaria?
Aunque ricas en nutrientes, no se recomiendan introducirlas en la dieta hasta los 18 meses. Esto se debe a que son alergénicas y podrían provocar un daño serio. Liberan histamina, una sustancia endógena que contribuye a desencadenar migrañas en el sistema nervioso central. Fresas y fresones están descritos como frutos potencialmente alérgicos, al igual que otros frutos rojos como las frambuesas y las moras.