La sensibilidad dental se traduce en un dolor dental agudo que aparece tras el contacto con estímulos externos como el calor o el frío, los sabores muy dulces o muy ácidos o, incluso, simplemente por el tacto. Esta afección bucodental puede surgir a raíz de causas tan variadas como una higiene bucal deficiente, el abuso en la dieta de alimentos con un pH bajo que erosione el esmalte (ácidos), bruxismo o como un efecto secundario de un tratamiento odontológico.
Aunque parezca “inofensiva” a primera vista, la sensibilidad dental puede ser premonitoria de otras afecciones bucales y, además, resulta muy molesta para quien la padece ya que, además del dolor que provoca, las personas que la sufren suelen verse obligados a prescindir en su dieta de ciertos alimentos que previamente eran muy de su agrado.
Cómo combatir la sensibilidad dental
• Cuando se ingieran alimentos o bebidas ácidos, se recomienda dejar pasar un tiempo antes del cepillado (5-10 minutos) para que la saliva pueda neutralizar el pH ácido, reduciendo así su desgaste.
• Consumir alimentos que contrarresten el efecto erosivo sobre el esmalte (leche, queso, fresas, etc.).
• No presionar demasiado durante el cepillado; no por
hacer más presión se asegura una mayor higiene. También resulta eficaz el uso de pastas dentífricas naturales y poco abrasivas.
• Mejorar la higiene bucodental con una rutina diaria “delicada” y poco agresiva. Evita el uso de palillos dentales y el hilo dental. Utiliza en su lugar un irrigador bucal que permite eliminar todos los restos de comida y suciedad interdental.
¿Cómo funciona un irrigador bucal?
Su mecanismo es tan sencillo como efectivo. El irrigador ejerce una ligera presión con el agua que expulsa durante su aplicación sobre los dientes y las encías. A diferencia de otros elementos complementarios del cepillado diario, su uso continuado no pone en riesgo a las encías, reduciendo así la posibilidad de sangrado de las mismas y de sufrir ese dolor tan característico que provoca la sensibilidad dental.
Existe una creencia popular que ubica a los irrigadores bucales como un elemento exclusivo de las clínicas dentales, pero la realidad es que estos aparatos se encuentran a la venta en la mayoría de puntos de venta en España. Este es el caso de los irrigadores MINI Roaman*, adaptados al uso cotidiano.
Pese a su pequeño tamaño resultan ser igual de efectivos que los profesionales de las clínicas dentales. Este pequeño irrigador es fácilmente transportable (sin cables) y supone una revolución en el sector tanto por su diseño, su tamaño y su tecnología, pues cuentan con una carga de batería que dura entre 15 y 30 días. Es la opción perfecta para los que usan brackets, ya que su formato mini permite llevarlo a cualquier parte.
Beneficios del uso de un irrigador bucal
• Encías más sanas. La inflamación y el sangrado de las encías se reduce con el masaje que ofrece la presión del agua, ayudando a prevenir la gingivitis o la periodontitis.
• Mayor sensación de limpieza. Tras el cepillado, aplicar agua o enjuague bucal a través del irrigador nos permite conseguir un frescor más duradero durante el día.
• Reducción de la placa dental. Es el complemento perfecto para la limpieza interdental, pues eliminan fácilmente la placa de las zonas donde el cepillo no puede llegar.
• Respeto por el medioambiente. El uso del irrigador no conlleva la generación de ningún tipo de residuo plástico, tal y como sucede con la mayoría de hilos dentales. Su uso solo requiere de agua.
Venta en El Corte Inglés, farmacias y parafarmacias. Precio: 49€