domingo , 24 noviembre 2024

Las mujeres siguen rompiendo moldes: medio centenar en la XXIII Clásica Tenerife

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Hace tiempo que el mundo del motor dejó de ser un mundo masculino. Las mujeres siguen rompiendo moldes. Dentro de los éxitos obtenidos por la vigésimo tercera edición de la Clásica Tenerife cabría destacar la numerosa presencia de mujeres, una muestra más de su capacidad para romper techos de cristal, demostrando que los coches no son cosas de hombres, ni siquiera los clásicos, aunque bien es cierto que la mayoría de las 50 participantes en la prueba tienen genes o lazos familiares con aquellos que comenzaron a traer estas joyas del automovilismo en la década de los cincuenta o sesenta.

Pero cuando se dice que resulta difícil mantener ese patrimonio por la falta de relevo generacional, en esta Clásica Tenerife hemos encontrado ejemplos que nos indican bien lo contrario, tanto en jóvenes hombres como mujeres.

En esta edición el 25% de los participantes inscritos, o lo que es lo mismo, 50 de ellos fueron mujeres, que participaron en cuatro equipos completamente femeninos, tres mixtos con mujeres al volante y 39 navegantes o copilotos.  En los diferentes pódiums absolutos, tres equipos mixtos cogieron trofeo, incluyendo el ganador absoluto, con 15o José Carlos Rendón Rodríguez, al mando de un MG de 1955, quien se mostraba exultante tras ganar la Clásica en la última etapa: «Ha sido emocionante, sabiendo contralar en tiempo y recuperar en un día con mucho tráfico», en referencia a Anaga, descubriendo que el éxito se debió a que «no discutimos como marido y esposa; ese fue el trato y lo cumplimos», dijo con una sonrisa Samanta antes de coger un vuelo para la Península, donde reside ahora junto a José Carlos, hijo del empresario del mismo nombre que tiene una buena flota de clásicos y es un fijo en este tipo de competiciones.

La más joven

Cristina Montes de Oca, con 24 años, era la más joven participante entre los 200 inscritos, aunque al final, al sustituir a Dalmiro ‘Milo’ Gómez, que tuvo una indisposición el sábado, fue Cristina Mansito, la hija del director de carrera, quien terminó con tal condición, al ser la navegante de Antonio Castro Trujillo, con el Mercedes 220 S.

 

Cristina Montes de Oca, la más joven, junto a su madre de copiloto.

 

Para Cristina, que actualmente estudia en Valencia -vive en el centro de la capital y no le afectó la DANA- es su segunda participación al mando del Triumph TR6 de 1969, y lo ha vuelto a hacer con su madre, Cristina Rodríguez de Azero de navegante. «Aquí no hay discusión -nos dice- ella sabe que conduzco o no hay equipo, ella me guía y es lo mejor, porque a mi me entusiasma la sensación de conducir», aseveró, mientras recuerda que «quedar entre los diez primeros de la general ha sido una alegría inmensa, aunque siempre dependes en una prueba así de muchos factores».

Recuerda que ha sido su padre Francis quien «me ha inculcado el gusanillo por los clásicos, aunque termines con agujetas que te duran dos semanas», en referencia a la dura dirección.

Cuando está en Tenerife suele conducir un Mini Cooper, aunque «de vez en cuanto cojo el Defender de mi padre», mientras que en Valencia «me muevo en transporte público cuando voy a la Universidad». Y dentro de las Montes de Oca no olvidarse de Mercedes ‘Mele’, que nunca deja de participar y llevar el volante de su extraordinario Austin Healey de 1955, uno de los vehículos más fotografiados de esta Clásica.

Primeras en turismo

La participación femenina fue también muy destacada en la categoría de turismo, tanto que subieron tres de ellas como copilotos al podio. Así Marina Monterrey (con Diego Acosta en Triumph TR6, de 1969), Sofía Monshouwer (con Víctor Machado Pérez al volante del Alfa Romeo Montreal de 1973) y Miriam Casariego (con José María González, con Volvo GT123, de 1968) lograron el primer, segundo y tercer puesto.

También hay que destacar la sonrisa eterna que mostraron durante toda la prueba Isabel Hernández Lorenzo y Adela Díaz-Llanos Lorenzo, hija y sobrina respectivamente de Miguel Hernández Calzadilla, presidente del Real Automóvil Club de Tenerife (RACT), organizador de la Clásica Tenerife. Las dos jóvenes no pudieron clasificar finalmente con su Austin Healey de 1955, pero cada día nos regalaban una enorme sonrisa, con el sano espíritu de participar «dentro de una gran familia» como reconocía Samanta Montaner, la gran triunfadora.

 

Sonrisas de las primas Isabel y Adela, pese a no poder clasificar

 

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